viernes, 20 de julio de 2012

No tengo nada que decir.

Parece que llevo mucho tiempo así, sin nada que decir. Y la verdad es que he preferido callar.
No por nada, sino por........................... y de nuevo a mis metáforas.

Es inútil porque no puedo explicarlo. Podría entenderlo porque sería comprensible, pero si no es así, ¿por qué no deja de parecérmelo?
Tampoco puedo decir: "Lo correcto es esto" porque nunca antes frecuentaba estos lugares...
Ni puedo exigir nada porque no tengo la certeza de que yo lo esté ofreciendo.

¿Qué se hace en estos casos? ¿Cómo sabes si lo que se come tu cerebro es paranoia o la pura verdad intentando hacerte despertar? ¿Cómo descubrirlo si no depende de tí? ¿Hasta dónde llega la fé en otro humano? ¿Hasta dónde llega la confianza en uno mismo? ¿Hasta que punto puedes fiarte de tus propios ojos, de lo que ven y de lo que escupen? ¿Hasta que punto en los de enfrene cuando cortan tu respiración?

Poco a poco las arrugas van saliendo al exterior... pasarán años todavía, pero las siento ahí, pugnando por salir, empujando y empujando... y lo van a conseguir.
Algunos pecados se van junto a la vida, así que que pasen ya los años, por favor.

A veces quiero estar sentada en ese lugar tan especial en medio de la nada donde siempre me imaginé, sentada en un banquito y con el pelo blanco y largo. Y recordar solo instantes. Y olvidar temporadas.
Pero aún no he decidido cuales me harían morir más lentamente.

A veces, sé que me quieres. A veces recuerdo cuando me quisiste. A veces sonrío y se me cae un diente al suelo.


viernes, 11 de marzo de 2011

La rosa de mi amigo.

Una rosa blanca, de tu amigo. Sé que no fué él quien te la dió.
Y no me has mentido.
Sé que sientes que él te la dió como yo sentí al cogerla.
La mía, fue roja.
La tuya se está secando.
La mía se secó.
La tuya la guardarás.
La mía la guardé y, un día, desapareció.
No voló, ni se fue, ni se desintegró y creo que fue en el preciso instante en el que vi su hueco vacío cuando comenzó a hacérseme más dificil inventar bonitas historias para objetos perdidos.
Ella terminó en la basura, sin quererlo quien lo hizo, sin saber lo que era y quizá, aunque en su momento pensé que había ocurrido algo malo... quizá me hizo un favor.
Pero al verte a tí y ver tu rosa, me hiciste recordar. Parece ser que reconforta un poquito el corazón llevar contigo, en un día de horror algo tan bello como una rosa.
Aunque esté muerta, pero es lo que toca.

jueves, 3 de marzo de 2011

Concentración.

Empecemos bien o empecemos mal, estamos empezando.
Las dos. Sin excepción. Las dos juntas, como siempre.
A tí, llamémoste Ja. Y a tí, Sh.

Ja, siempre has estado ahí, en las buenas y en las malas, sobretodo en las buenas, pero más notable en las malas.

Sh, también has estado ahí, más escondida, pasando más desapercibida. Y se te veía más, sin duda, en las malas. A las divertidas ni te asomabas. Pero en las importantes estabas como un clavo.

Bien, chicas, mis pequeñas, es hora de que esto cambie. A llegado la hora de que os repartais los lugares, de que Ja haga un hueco mucho más grande a Sh, porque realmente: lo necesita.
Y esto, es muy importante. Esto, más que importante es vital. Sin esto, no puedo seguir. Si esto no se modifica, estoy acabada.

Sh, siempre te amé, tengo que confesarlo, pero cada vez que he intentado llegar hasta tu interior, Ja me lo ha impedido.

Ja, siempre te he adorado, no quiero perderte, eres una de las pocas cosas que tengo, y no quiero que desaparezcas de mi vida, pero necesito pasar más tiempo con Ja. Solo te pido una cosa: no permitas que te olvide.

Os amo a las dos, pero… para conseguir lo que quiero necesito la ayuda de Sh.
Cuando lo consiga, cuando sea capaz de ello, cuando el recuerdo de Ja no me despiste, la llamaré, tendremos años de pasión, todo será maravilloso y podré incluso sentarme a la mesa con las dos.
Podremos ser una, completa, uniforme.
Y no lo que somos ahora.

Esto es lo que he aprendido hoy: que puedo hacerlo.

viernes, 21 de enero de 2011

Frágiles.

Es increible la facilidad con la que una persona puede morir.
Cualquier persona.

Cualquiera.

En cualquier momento.
En cualquier situación.
En cualquier escenario.
En cualquier compañía.

Me da miedo. Me da miedo. Me da miedo.
Y me seguirá dando miedo mientras esté viva.

Sé que es algo básico. La vida y la muerte.
No es que vea la muerte como algo malo en sí.
En absoluto.

Solo me duele el dolor.
Recordar las últimas palabras.
Intentar hacer selección de los mejores momentos vividos con alguien que ya no está.
Preguntarse eternamente si queda algo "vivo" de ese ser.
Tratar de despejar la incógnita de lo que nunca pudiste preguntar.

Me atormenta ser consciente de que cada momento puede ser el último.
De que no hay nada que asegure un minuto más.
De que un golpe seco puede ser lo último.
De que la muerte puede verse sin abrir los ojos.
Me angustia intentar hacer como que no es tan grave.
Me asusta la violencia con la que las cosas ocurren.
Me aterroriza la crueldad que podemos llegar a alcanzar.
Me sigue horrorizando que cada vez veo más cierto que la realidad supera a la ficción.

Estoy destruyéndome, estoy comiendome las paredes de la piel por dentro, estoy derramando lágrimas que nunca voy a querer, estoy conviertiéndome en un ser trágico, en un ser dramático, en un ser aterrado.

No tengo miedo a la muerte, tengo miedo al sufrimiento, tanto mío como ajeno.
He visto sus rostros y los suyos.
He sentido unos y he sentido los otros.
He sabido que era cierto hace poco.
He sido consciente de la inconsciencia del tiempo.

No quiero recordar. Quiero poder vivirlo.
Quiero el directo de la mirada.
No reposiciones de palabras en las bocas de otros.
Quiero que tengais lo que nadie puede.
Quiero morir antes que ellos.
Quiero ser egoista y hacerlo.


Es increible la facilidad con la que una persona puede morir.
Y es increible también que no nos demos cuenta de que todo lo que queremos son personas.

Y no personas cualquiera.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Dias de lluvia.

Yo también me echo de menos. Pero de manera diferente, y hasta ahora sin precedente.
Me echo de menos porque no sé llorar como antes. Y si lo hago, me siento mal.

Te echo de menos a tí también, pero como algo cálido y con deditos. No me gustas con espacios, ni en arial.

Pero te juro que es muy raro todo.
Como si... no hubiese despertado.
¿Igual estoy muerta? ¿Igual me volví loca? ¿Igual mi realidad es totalmente ficticia?
Sea cual sea la respuesta, he de estar loca.

Pero ya no tengo melancolía, ya no tengo días de lluvia, ya no tengo paseos tristes en los que no sé quien soy, pero me gusta.
Y sí, los echo de menos.
Y echo de menos a aquel yo.
Pero, ¿sabes una cosa? Todo eso que no quieres leer, todo lo que no quieres oir, todo lo que tendrás que evitar ver cuando me mires a los ojos.
Todo eso, repara la herida que podría tener por haberme perdido, porque todo lo que he ganado, todo el autocontrol que me ha ayudado a encontrar, todo el conocimiento, de mí, del mundo, de él, la llave de esa puerta que siempre estuve buscando, el empujón para hablar conmigo misma, y que no hubiese ruido de fondo. Las dos, una, solas en un salón flotante, sin luz pero luminoso... pensando.

El echo de saber que no puedo caer, que no puedo no tener un objetivo, que tengo sentido, que aunque muriese no podría estar muerta, y que si vivo no puedo estar más viva...
El echo de tener a la persona perfecta para mí, conmigo, y todo lo que eso conlleva no lo cambio por los días de lluvia.

Y nadie mejor que tu sabe cuánto amo los días de lluvia.
Y correr, y llorar... sin que nadie se de cuenta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Resurrección

Es cierto que es la tristeza quien suele invitarme a crear frases que la mayor parte de las veces no llegan a ser ni siquiera un apunte en la esquina de un folio con una escaleta pintarrajeada, y es precisamente por el permanente abandono de esta situación por lo que ahora ocupan una hojita exclusiva para su descanso.

Requiescat In Pace, nostalgias del pasado.
Descansad, que bastantes itinerarios suicidas habeis tenido que recorrer.

Y es ahora, cuando todos duermen (como de costumbre) y cuando mi cerebro parece haber alcanzado el auge de libertad, que venis a visitarme como endiablados susurros de la madrugada.

¿Qué tipo de persona, continuando mi existencia, sería si desaparecieseis para siempre? ¿Si os obviase, despreciando todo vuestro trabajo? ¿Si os guillotinase sin piedad evitando recordar todos vuestros opacos frutos de sensaciones?

Lo más lógico sería una respuesta del tipo "feliz".
Pero lo más acorde a este modus operandi es contestar lo contrario.

Nos os echo de menos, bonitas mías, pero os vigilo desde no muy cerca para que no os escabullais con la misma rapidez que cruzais estos arrugados sesitos.

Presente simple, algo complejo.

Aprovecho, como se puede observar, cualquier ápice de agonía y lo exprimo, lo retuerzo, lo muerdo, lo devoro, me lo bebo, lo trituro... hasta que queda tan seco y tan tieso que puede confundirse con un trofeo a la Madre Naturaleza. No por su sabiduría, sino por su crueldad.

Pragmático, suave, generoso, empático, in-aparente, caprichoso, serio, locuaz, inmortal, inexistente quizá, singular, (I) común, protector protegido, silencioso, lujurioso, sedante, letal, meticuloso... mi paradigma vital.

Presente compuesto, fácil de desear.

Nada es lo mismo, ni lo sería. Lo mismo que ¿qué?, que ¿cuándo?, que ¿quién?
Déjame echar un poco de almibar a la sal.

Y no te preocupes, al igual que puedo vigilar otras cosas, mantenemos bien engrasado este muellecito de mi estómago para que siga impulsándose con su vital "clic", cuando apareces o me imagino que eres tú.




Y una noche más compartiendo celda con Felipe V, esperando con rapé y una tacita de té a que aparezca Farinelli para curarnos esta dichosa locura melancólica.

domingo, 26 de julio de 2009

Limón.


Mira que ponerme triste con un limón...

Si, con un limón, bueno, no, con un limón no. Con una media rodajita de limón.

Ese pobre frutito partido, separado de su totalidad e insertado en una comunidad de hielos y bebida gaseosa.


Acompañadito, al fin y al cabo.

En realidad solo al principio, porque con la bebida yo misma fui haciendo lo propio, y con los hielo, el ambiente.


El caso es que el limoncito se ha quedado encajado entre las paredes del vaso de tubo casi como flotando.

Casi con un ser libre, sin ataduras, pero con ellas, por muy transparentes que sean, Y ahí se queda, sobre un mar oscuro y bajo un cielo de humo gris.


Así que yo, tan empática como siempre, me pregunto si no tendré complejo de cítrico.